febrero 9, 2025

Una sesión de fotos a una pareja con sus perros en el valle de Montserrat.

Hace poco tuve el privilegio de realizar una sesión de fotos muy especial para una pareja que decidió capturar su amor junto a sus dos perros, en el impresionante valle con vistas a Montserrat. La idea de incorporar a sus dos mascotas en el reportaje no solo añadía una capa extra de emoción, sino que también reflejaba su estilo de vida y la conexión única que tienen como familia.

Comenzamos temprano, cuando el sol todavía estaba acariciando suavemente las montañas. Montserrat, con sus singulares formaciones rocosas, ofrecía un fondo majestuoso y perfecto para una sesión que buscaba ser natural y auténtica. Desde el principio, el ambiente era relajado: la pareja, con sus dos perros juguetones y llenos de energía, se sentía como en casa. Para mí, ese es siempre uno de los momentos más mágicos de una sesión: cuando las personas se sienten tan cómodas que las emociones fluyen con total naturalidad.

Los dos perros, uno más tranquilo y el otro más enérgico, aportaron una dinámica increíble a las fotos. A medida que avanzábamos por el valle, ellos corrían a su alrededor, saltaban y se acurrucaban en los momentos más tiernos. Capturar esa espontaneidad fue un desafío maravilloso: había que estar preparado para esos instantes fugaces de cariño y juego, pero la conexión entre la pareja y sus perros lo hacía todo más sencillo. La montaña de fondo servía de escenario perfecto para que todo cobrara vida.

Lo que me encanta de este tipo de sesiones es que, aunque se planifican ciertos detalles, lo que realmente importa es la química y la interacción real entre los protagonistas. No estaba interesado en que posaran de manera rígida; mi objetivo era reflejar quiénes son, cómo se miran, cómo se ríen y cómo, de alguna manera, sus perros también forman parte de esa complicidad. Fue fascinante ver cómo los perros no solo estaban presentes, sino que parecían ser una extensión de ellos, una parte esencial de su historia y de su día a día.

Al caer la tarde, la luz dorada del atardecer comenzó a envolverlo todo. Las últimas fotos, con los tres corriendo libremente en el campo, capturaron la esencia pura de la relación: amor, diversión y una inmensa conexión con la naturaleza. Montserrat, con su imponente silueta en el horizonte, hizo de marco perfecto para esos momentos de felicidad compartida.

Para mí, como fotógrafo, no hay nada más satisfactorio que ver cómo, a través de una imagen, se puede contar una historia tan auténtica. Esta sesión, con los dos perros corriendo y jugando, fue un recordatorio de lo importante que es capturar lo real, lo que surge en el momento, lo que realmente define a una pareja y su vida juntos. Sin duda, una experiencia que quedará grabada en mi memoria.